Ella es
Aunque nunca nadó en mi vientre
al compás de Mozart
y jamás aletearon sus pestañas
en mis entrañas;
nunca oyó mi voz desde adentro,
apoyando su pequeña oreja
sobre mi corazón.
Ella y su color moreno
resaltado por el verde intenso de su vestido,
cual follaje salvaje
de esmeraldas brillantes.
Ella y sus ojos oceánicos,
sus labios de fruta madura,
su sonrisa amazónica,
su dulce voz cantarina.
Ella es mi hija,
piedra hermosa de jade,
sonríe mientras baila ritmos africanos,
su cadera se ciñe
entre las manos de mi amado.
Ella es mi niña,
sabe acariciar con palabras,
es generosa en ternuras.
Ella es mi niña,
ninfa de los desiertos ignotos,
una estrella que bajó del firmamento
a danzar entre las flores,
agitará las palmeras
con el ruedo de sus vestidos,
misteriosa perla de los mares
que mi alma añora,
ella fue, ella será,
ella es ahora.
Para ella mis versos,
antes que la lluvia incipiente
me arrebate las rimas,
antes que la tristeza que se cosecha
en el infortunio
me rompa los sueños
que me quedan aún
aferrados con porfía
a un injusto destino.
Para ella mi beso
y mi abrazo pendiente.
Para ella siempre hay
un susurro de cariño,
un recordatorio de este afecto
que no sabe de distancias
y no se deja vencer
por el olvido.
Nicanor se ha marchado.
Eligió el verano este Parra bendito
No volverán los versos a brotar de su pluma
No habrá quién ironice
nuestro humano destino.
Mientras le dedicamos un minuto de silencio
Y yo le escribo estas líneas de pesar legítimo
Él ya goza, ausente,
Del espacio infinito
Donde perdurarán sus escritos.
Frente a nuestros homenajes
(Estoy segura)
Se está riendo a gritos.
El hombre imaginario
Que se entregó en mitad de la vida
con un amor pocas veces descrito.
Buen viaje Nicanor,
Anti poeta,
Ilumina los cielos estivales
cual colorida cometa.
PER L’AMORE CHE É STATO E NON HA MAI CESSATO DI ESSERE
Déjame dejarte atrás
Como a los caminos que anduve,
Como las rosas que deseché,
Las lunas que no brillaron.
Porque mientras intento la vida
Se me aparecen tus ojos
En cada sitio donde me creí a salvo,
Donde tus manos jamás se posaron
Me abraza tu recuerdo amado.
Y de las calles que no recorrimos
Se eleva tu perfume de montañas,
Tu voz vibra donde busco el silencio
Y tu risa es más poderosa que la lluvia.
Déjame dejarte atrás
Para no pensarte a diario,
Para no beber tu recuerdo a gotas,
Que todavía arden tus palabras
En el corazón rebelde
Que ha guardado el secreto
De tu nombre amado.